La Casa Ronco en todo su esplendor en nota de "La Nación Revista"



El importante diario capitalino resalta la labor del Dr. Bartolomé J. Ronco y la importancia de nuestras colecciones Cervantina y Hernandiana.

En su edición del 1º de Noviembre, la Revista del diario "La Nación" de Buenos Aires - con firma de Carmen María Ramos- dedica un importante espacio a la Casa Ronco.

 

Argentina para descubrir

Una historia de colección

 

Bartolomé Ronco fue, ante todo, un gran hacedor. Con una vida dedicada a la intelectualidad y a la conservación de las tradiciones, le dio a Azul el impulso para convertirse en una verdadera ciudad cultural

 

Una fotografía, circa 1930, lo muestra como un señor de frente ancha, sonrisa afable, oscuros ojos vivaces, prendas de bien vestir, sentado en un escritorio amplio de madera oscura, con fondo de opulenta biblioteca. Pero hay otra foto donde se lo ve con ropa de fajina -camisa Coppa y Chego, overall con bolsillo canguro donde lleva un lápiz y un compás-, de pie, delante de una plancha repleta de herramientas de carpintero.

No hay contradicción entre ambas imágenes como, a primera vista, podría pensarse. Porque en Bartolomé José Ronco convivieron armónicamente dos facetas a lo largo de su vida: la del intelectual y la del hacedor. La del forjador de la colección cervantina privada más completa y conocida de América, formada por más de 700 piezas, con ediciones de los siglos XVII al XX, y la del carpintero que creaba juguetes para ofrecerles a los niños pobres. La del fundador de Azul-Revista de Ciencias y Letras (número 1, febrero de 1930), que contó con colaboradores de la talla de Jorge Luis Borges, Arturo Capdevila, Bernardo Canal Feijóo, Baldomero Fernández Moreno, Alfonsina Storni y Roberto Arlt, y la del prolijo cultivador de rosales, magnolios, jazmines, diamelas, aljahabas, que aún se conservan en el jardín de su casa, abierta al público desde 2007.

Pero también la del coleccionista de platería pampeana y mapuche ?base del actual Museo Enrique Squirru azuleño, que él mismo creó y protegió? y la del recopilador del vocabulario gauchesco que amorosamente fue anotando hasta reunir 16.000 fichas, agrupadas en 320 tomos y divididas en 420 mini-volúmenes, donados por su esposa, María de las Nieves Giménez de Ronco, conjuntamente con la casa y las colecciones del Don Quijote de la Mancha y de Martín Fierro, a la Biblioteca Popular de Azul, que hoy lleva su nombre y que él presidió durante 20 años.

Ronco fue un hombre de firmes convicciones y de notable grandeza en sus valores y en su accionar. Un ser inquieto, inteligente, sensible, a quien nada de lo humano le fue ajeno. Su legado cultural, reapropiado y puesto en valor por la comunidad de Azul, se ha convertido en un disparador del desarrollo educativo y cultural de la región.

"Vivir se debe la vida, de tal suerte, que viva quede en la muerte." Este es, quizás, el mejor epitafio para un hombre que, a más de 50 años de su desaparición física, sigue inspirando y motivando a la comunidad que lo adoptó como un hijo modelo y a la que ya no abandonaría hasta su muerte, en 1952.

De todos

Porteño de nacimiento, recibido de abogado en 1905, a los 23 años, Ronco se afincó en Azul en 1908, donde se casó con María de las Nieves Clara Giménez, oriunda del lugar y que murió, casi centenaria, en 1985.

Su espaciosa casa -600 metros cubiertos de edificación- en la esquina de San Martín y Rivadavia, hoy conocida como Casa Ronco, fue construida en un estilo ecléctico-italianizante, y es un importante eslabón de patrimonio urbano edificado de la ciudad de Azul y depositaria de sus valiosas colecciones cervantinas y hernandianas.

"El proyecto de revitalización y puesta en valor de este referente cultural apunta al mantenimiento de las colecciones, sin dejar de lado los objetos y el mobiliario que también forman parte del proyecto museográfico para lo cual la Biblioteca Popular ?dueña de la Casa?, el Estado municipal y la sociedad civil trabajan denodadamente en la búsqueda de fondos que contribuyan a sostener un patrimonio cultural que es capital de toda la comunidad", dice Enrique Rodríguez, director de la Biblioteca Popular de Azul.

La riqueza de la Colección, las actividades de larga data alrededor de Cervantes y del Quijote ?en 1932 Bartolomé Ronco ya había realizado la Primera Exposición sobre Cervantes en la ciudad de Azul? y el estímulo que han significado su figura y su legado para la vida cultural de la ciudad, impulsaron al Centro Unesco Castilla-La Mancha a designar, en 2007, a Azul como Ciudad Cervantina de la Argentina. Numerosos proyectos educativos se han puesto en marcha para hacer conocer y difundir el mundo cervantino y los ideales quijotescos, desde aquella exposición fundacional "De la Mancha? a la Pampa", a otras que trascienden incluso el ámbito educativo y comunitario local ?como un programa de ilustraciones para una versión infantil de El Quijote, que alcanza a alumnos y maestros de una amplia zona rural? o las que han llegado a tener una fuerte proyección, como es el caso del Festival Cervantino, que ya lleva dos ediciones, las Jornadas Cervantinas Internacionales o las Jornadas Cervantinas Regionales.

En cuanto a la valiosa colección de ejemplares únicos de Martín Fierro, algunos con correcciones de puño y letra del propio José Hernández, la Academia Argentina de Letras ya ha comenzado a elaborar un inventario que se reflejará en un catálogo coeditado con la Biblioteca Popular de Azul.

Pedro Luis Barcia, presidente de la AAL, destaca que la colección de poesía gauchesca y de ejemplares del Martín Fierro es una de las más notables de su especie en el país.

"Una segunda parte del trabajo en común será la reproducción del fichaje de argentinismos rurales hecho por Ronco, que constituye un aporte valioso al campo léxico", concluye Barcia.

El vocabulario gauchesco comenzó a recopilarse en la década del 20 del siglo pasado y se extiende hasta 1950. Según Marta Rolón de Ronchetti, bibliotecaria que ha trabajado durante años en este importante reservorio, la división de los temas abordados se realizó alfabéticamente. "Una mente lúcida como la del Dr. Ronco, observador de los mínimos detalles, lector a conciencia, hizo un análisis profundo de las voces conocidas, consignó fábulas, relaciones, canciones, coplas, dichos populares, artículos periodísticos, propagandas comerciales, obras de teatro, naipes y estampillas de correo", enumera.

"Ello, sumado a las conversaciones que seguramente tuvo con su suegro, don Evaristo Giménez, muy conocedor de los temas del campo y de las consultas realizadas a hombres del ámbito rural", afirma Ronchetti.

Tiempo de cosecha

El compromiso de este azuleño por elección con la cultura y las tradiciones de la región tuvo episodios memorables, como su manifestación pública de descontento ante la idea del Ferrocarril del Sud de llamar Meeks a una de las nuevas estaciones ferroviarias del ramal que comunicaría la ciudad de Azul con el pueblo de Chillar.

El Dr. Ronco sintió que la designación de un apellido inglés para bautizar esta estación ferroviaria no era la adecuada en "tierra de tantos heroísmos y hazañas que tienen nombres y apellidos criollos" y manifestó su desagrado públicamente en una carta abierta en el diario local El Ciudadano, el 20 de enero de 1930.

"Pero otra de las razones que lo impulsaron a proponer el nombre de Martín Fierro en lugar de Meeks era, de acuerdo a sus investigaciones, que muchas de las escenas del poema de Hernández transcurrían en la zona de la nueva estación. Por tal motivo, el partido de Azul desde aquel entonces rinde homenaje al héroe hernandiano siendo, en palabras del Dr. Ronco, "la primera población argentina que lleve el nombre de Martín Fierro y quizá la única que tenga de epónimo una figura literaria", destaca Enrique Rodríguez, presidente de la Biblioteca Popular de Azul.

Medio siglo después de su muerte, la repercusión de su figura y de su legado han impulsado a toda una comunidad a trabajar por la preservación y restauración de sus colecciones, con la convicción de que lo que no se conserva y no se difunde, de alguna manera se pierde. Poner el foco en un patrimonio que tuvo etapas de un abandono casi total, favorece un cambio en la mentalidad de la gente. De pronto, el ciudadano común puede percibir que una transformación es posible y muy lentamente comienza a reconocer el patrimonio público como propio. Los azuleños ya lo vivieron con la recuperación del Teatro Español, único en la región, rescatado de la piqueta por un grupo de vecinos que se ocuparon de su restauración y conservación y que hoy es un renovado faro cultural que arrastra espectadores desde lugares tan distantes como Tandil o Las Flores. Su escenario representa la única posibilidad de actuar para elencos del lugar y alrededores. La reapertura del Teatro está recuperando oficios, impulsando la organización de seminarios y talleres, a la vez que se establecen vínculos con otras instituciones culturales.

Como dice Stella Maris Fernández en su Mítica Azul, Tierra de Quijotes, "la ciudad entera es un ejemplo de un compromiso que no está sólo en los papeles, sino que se ha encarnado en la gente".

La semilla que plantó Bartolomé J. Ronco ha florecido.

Por Carmen María Ramos 

Agradecimiento: a Guillermina Filippetti, en Azul. 

Más datos. Casa Ronco: San Martín 362, Azul, Provincia de Buenos Aires. www.casaronco.com.ar ; casaronco@ceal.com.ar

 

UN CONJUNTO NOTABLE

La colección cervantina de Ronco es la colección privada más completa y conocida de América. Reúne valiosas ediciones antiguas, como las aparecidas en Amberes (1697), Madrid (1723 y 1765) y Barcelona (1755). También, ediciones conmemorativas, de lujo o destinadas a los niños y a la juventud. Otras, traducidas a diferentes idiomas, así como ejemplares representativos de los distintos modelos ilustrados con que los artistas han concebido la inmortal obra. Hay ejemplares que tuvieron propietarios con prosapia, como la edición de París de 1812 que perteneciera a la reina María Cristina de Borbón, cuarta esposa del rey Fernando VII; también, miniaturas, y hasta una traslación al verso campero, publicada en Buenos Aires en 1948 por Pedro Eguía y Fernando Vargas Caba.

En lo que respecta a la colección hernandiana, incluye la primera edición de la Primera Parte del máximo poema nacional (Buenos Aires, Imprenta La Pampa, 1872) con correcciones de puño y letra del autor, y la primera edición de La vuelta de Martín Fierro (Buenos Aires, Librería del Plata, Imprenta de Pablo Coni, 1874) con una dedicatoria autógrafa de José Hernández al Dr. Estanislao Zeballos, fechada el 6 de marzo de 1879. También se destacan las subsiguientes ediciones originales, junto con traducciones a los más variados idiomas, láminas ilustrativas, vocabularios gauchescos y los más importantes estudios literarios que al Martín Fierro se han dedicado en el país.

 

LA JOYA DE BARNES

Enero de 2008. Inclinado sobre el escritorio de madera oscura con fondo de opulenta biblioteca (sí, la de la Casa Ronco), la fotografía de arriba muestra a un tipo alto, un poquitín desgarbado que firma un libro de visitas. Es Julian Barnes, escritor inglés mundialmente reconocido, que llegó a la Argentina invitado por el British Council y se arrimó hasta la ciudad pampeana entusiasmado por la promesa de conocer la más curiosa y nutrida colección sudamericana de ejemplares de Don Quijote, incluyendo a uno ilustrado por ¡Walt Disney!

Tan prendado quedó el novelista que, en febrero de 2009, cuando su mujer murió inesperadamente, donó en su memoria un ejemplar de la primera traducción del Quijote, obra y gracia de Tomas Shelton, impreso en 1675: la joya más antigua que ahora integra la Colección Ronco.

 

 

Diario La Nación, Domingo 1 de noviembre de 2009