Azul elogiada en la sección "Todo Viajes" de Clarín



Azul, una escala imperdible en las sierras bonaerenses

Los alrededores de la ciudad presentan un escenario a la medida del turismo aventura. En el casco urbano florecen los paseos a pie y las propuestas culturales.


Monasterio Trapense, cerca de Azul (foto de Alfredo Martínez).

Por: Cristian Sirouyan

Corren con ventaja los automovilistas llgados aAzul desde el sur. La ruta 226 acaba de llenar sus ojos con las magníficas postales de los cerros de Tandilia, recortó parcelas de cultivos dispuestas en desnivel detrás de las tranqueras, subió y bajó varias veces entre campos sembrados y rebaños de vacas. Lejos de desdibujarse, el paisaje ondulante mantiene su colorido más allá de la banquina y cobra otros matices alrededor de esta ciudad del centro de la provincia de Buenos Aires.

El sol primaveral asoma sin obstáculos, una brisa agradable baja desde los cerros y bandadas de pájaros ruidosos sobrevuelan el camino. Todo parece en orden para desviar el rumbo por la ruta 80 y apuntar derecho hacia la silueta serrana levantada sobre el paraje Pablo Acosta. Una hilera de cuerpos saludables trota al costado del camino rural, como para mantenerse en forma antes de emprender un desafío de escalada en roca, rappel, tirolesa o mountain bike. Allí donde el valle va perdiendo gradualmente sus tonalidades verdes, los brillos de la piedra granítica revelan el relieve escarpado de los cerros La Armonía y La Crespa. Termo, mate y caña en mano, una familia de pescadores se toma un tiempo largo para contemplar. Ensaya una suerte de retiro espiritual al aire libre, que les remueve los recuerdos del abuelo Jesús –empujado al exilio por la España franquista– y su nostalgia por los campos manchegos.

Cabalgata en la estancia La Isolina, en Azul.

Los dos miradores de la Reserva Natural Boca de las Sierras facilitan el encuentro cara a cara con esta extraña formación geológica de más de 400 millones de años. Los ojos y las lentes de las cámaras de fotos quedan fijados en la magnífica postal que se amplía hacia los cuatro costados. Es una señal auspiciosa, que ya había anticipado la irrupción de la fauna y la vegetación nativas, a lo largo del trayecto de un kilómetro del sendero interpretativo. Los tramos en ascenso y descenso del paseo demandan prestar atención en los caprichos de la topografía y regular las energías, aunque habrá tiempo para recobrar fuerzas en el sector recreativo del Parador Turístico.

La atmósfera de paz inquebrantable que se respira a más de 40 kilómetros de Azul incorpora el atronador silencio del Monasterio Trapense Nuestra Señora de los Ángeles, a unos 10 kilómetros de Boca de las Sierras. Este refugio austero y sencillo, creado en 1958 entre las paredes de ladrillos de una construcción de estilo medieval, reúne a los aficionados del turismo aventura en busca de reposo con turistas advertidos de la calidad de la miel, las mermeladas y las hierbas medicinales que venden los monjes y los feligreses, arribados puntualmente para asistir a los oficios litúrgicos.

Monasterio Trapense, cerca de Azul (foto de Emiliana Miguelez).

Los perfumes naturales de la serranía y la zona rural resurgen aplacados, aunque vuelven a resultar una amena compañía, en el casco urbano de la ciudad. Se disparan desde la costanera del arroyo Callvú Leovú y se multiplican alrededor del ovillo de árboles y arbustos del Parque Municipal Sarmiento. El principal pulmón verde de la ciudad, de por sí embellecido por los múltiples matices de la vegetación, ostenta el laureado criterio paisajístico de Carlo Thays. Las figuras creadas en mármol de Carrara, el Patio Andaluz y la escultura en chatarra “El Quijote” –obra del artista Carlos Regazzoni– son algunas de las más vistosas obras de arte que parecen brindar un homenaje a la “Ciudad Cervantina de la Argentina”, una distinción otorgada a Azul por la Unesco en 2007. Desde entonces, la ciudad se engalana anualmente con las “Jornadas Cervantinas Internacionales”, una buena oportunidad para consultar la colección de textos del autor de “Don Quijote de la Mancha” que atesora la Casa Ronco, en la esquina de San Martín y Cervantes.

Azul se apresta a volver a lucir sus mejores galas para celebrar los 184 años de su fundación. La cita será del 16 al 18 de diciembre en la céntrica plaza San Martín. En el lugar elegido resuenan los sonidos del pasado más doloroso: allí, en 1832, el coronel Pedro Burgos levantó los cimientos del Fuerte Azul, uno de los mojones de la despiadada Campaña del Desierto que arrasó con los pobladores ranqueles. Esta vez, en la tierra que siglos atrás solía transitar el cacique ranquel, renombrados artistas, vecinos, turistas, artesanos y autoridades animarán un multitudinario encuentro popular, bastante más amigable.

Portal del cementerio de Azul, obra realizada po el arquitecto Francisco Salamone a fines de la década del 30 (foto de Hernán Rojas).

La historia y el arte se entrecruzan armónicamente entre las líneas neoclásicas del imponente Teatro Español, donde los azuleños tuvieron el privilegio de admirar a consagradas figuras desde 1897, como Gardel, Tita Merello, Sandrini y Libertad Lamarque. El circuito de las más apreciadas piezas edilicias de la ciudad incluye la catedral Nuestra Señora del Rosario –un dechado de formas góticas y vistosos vitrales traídos de Francia–, el Palacio Municipal (la mole neoclásica plantada desde 1886 entre las franjas verdes de la plaza principal) y el Museo Municipal de Arte López Claro, que funciona en una casa de 1906.

Más casonas que sobreviven desde principios del siglo XX se suceden a lo largo de la calle Bolívar, entre Colón y la avenida 25 de Mayo. A pie y sin ningún apuro por esas cuatro cuadras se alcanza a distinguir el buen gusto que prima en las rejas de hiero forjado, carpintería, vitrales y mayólicas. Los detalles delicados de la arquitectura naoclásica con esbozos de estilo Tudor rompen con los diseños rectos y simétricos que Francisco Salamone impuso a fines de los años 30 en la portada al Parque Municipal Sarmiento, el Matadero y el intimidante Ángel Vengador erigido en la entrada del cementerio. Los diferentes estilos se entrecruzan en esta ciudad serena, frecuentada por turistas y artistas en procura de un paisaje inspirador. Alrededor, las imágenes sinuosas de la serranía no dejan de ejercer su poderosa seducción.

Miniguía

 

Cómo llegar. Desde Buenos Aires hasta Azul son 306 kilómetros por Riccheri, Autopista a Cañuelas y ruta 3; cuatro peajes, $ 70.

Bus semicama Cóndor Estrella o Plusmar desde Retiro (4 hs. 30’ a 6 hs.), $ 391 ida; cama, $ 445; también llegan Plaza y Río Paraná.

 

Dónde alojarse. Gran Hotel Azul: habitación doble con desayuno, wi-fi y TV cable, $ 926; de Lujo, $ 1.111; cochera, $ 110 (www.granhotelazul.com).

Casa para 6 o 7 personas La Casona con TV cable, desayuno, wi-fi, vajilla, microondas y heladera con freezer, $ 350 por persona (02281-15469790 / 02281-15656711 / 02281- 423-702).

Camping Refugio Boca de la Sierra (para grupos de 15 o más personas): $ 100 por persona; incluye auto y carpa; dormy a compartir, $ 200 cada uno (02281-15472024).

 

Cuánto cuesta. Circuito “Monasterio Trapense y Boca de la Sierra” (4 hs.), $ 390; city tour de medio día por Azul, $ 200; trekking y rappel en Boca de la Sierra (medio día), $ 350 (www.sanzpetrello.com.ar / www.sanzpetrelloturismo.com.ar).

Otras opciones de excursiones y actividades de aventura ofrece New Port: (02281) 427-201 / (02281) 15666708. 

 

Dónde informarse. (02281) 42-6460/43-1796.

azulesturismo@gmail.com

www.azul.gov.ar

www.azulesturismo.com.ar