Celestino Muñoz


Celestino Muñoz


Por Enrique C. Rodríguez

 

Celestino Muñoz era hijo de Manuel Muñoz y de Marcela Arista. Vio la luz en el año 1835, momento en el cual moría asesinado en Barranca Yaco el célebre caudillo riojano Facundo Quiroga.

Su nacimiento tuvo lugar en San Vicente, muy cerca de Buenos Aires y de sitios muy poco saludables para su padre, que era unitario, como Santos Lugares y  Monte, territorios netamente federales.

Ello motivó que Don Manuel Muñoz buscara aires más propicios en el Azul, donde se estableció como comerciante en ramos generales.

Celestino contaba con 17 años en 1852, cuando se produjo la batalla de Caseros y la caída de Rosas.

La ansiada paz no llegó con este acontecimiento. Por el contrario, puesto que luego de Caseros, la frontera retrocedió hasta los límites que tenía en 1826.

Esto se debió al abandono de la política de Rosas para con los indígenas, con su conocida calificación de indios amigos e indios enemigos, que implicaba premios para los primeros y castigos para los segundos.

Se sucedieron malones varios y el combate de Sierra Chica, donde Mitre fue completamente derrotado por las fuerzas de Callfucurá, Catriel y Cachul.

Ambos Muñoz desarrollarán en esta época sus primeras acciones militares. Celestino es integrante del Batallón 16 de Guardias Nacionales en el ya aludido combate de Sierra Chica; mientras que padre e hijo logran conducir hasta Tapalqué un pequeño cañoncito, evitando que cayese en manos de la indiada.

Por esta acción, los dos recibieron una mención del gobierno provincial.

En 1858, Celestino fue promovido al grado de Capitán del Batallón 16. Con sólo 23 años, y por su acción decidida, logró frustrarse otra invasión a Tapalqué del temible Callfucurá.

Como destaca el Profesor Ortega, las poblaciones vivían tiempos de zozobra; las tareas agropecuarias se realizaban con un ojo en el trabajo y otro hacia las Pampas, para ver si se venía la indiada.

Celestino tuvo destacada participación en el apuntalamiento del progreso del pueblo que luego sería Olavarría; como asimismo en el combate de Laguna de Burgos (1871), que fue consecuencia de una de las sangrientas invasiones de los caciques Manuel Grande, Chipitruz y Calfuquir.

Aquí ya está actuando como Segundo Jefe del 16 otro “Gran Olvidado“que también recuerda el Prof. Ortega en esta serie debida a su ilustrada pluma: el Comandante Matías Miñana.

Por su labor en combate, Muñoz y Miñana van a recibir del Gobernador bonaerense Mariano Acosta sendas espadas, con sus nombres inscriptos en la empuñadura, junto al escudo provincial y la fecha de la batalla. Destaquemos que la correspondiente a Muñoz se encuentra en el Museo Etnográfico y Archivo Histórico de Azul “ Enrique Squirru “, el cual  también conserva un retrato suyo.

En 1874 contrajo matrimonio con Feliciana Ferreira y al año siguiente nació su primera hija, quien fue bautizada con el nombre de la madre.

Este año de 1875 no fue sólo de felicidad sino también de angustia, ya que otro malón -esta vez de Catriel y Baigorrita- arrasó su estancia “San Jacinto“en Olavarría.

Dos años después, el gobierno nacional a cargo de Nicolás Avellaneda decidió llevar adelante una acción decisiva contra los indígenas, a través de su Ministro de Guerra, Adolfo Alsina. Este último nombró a Celestino Muñoz como proveedor e inspector de caballadas para el Ejército, fijando el campo para pastoreo en el Potrero de Nievas.

Ya en la campaña de Roca aportó caballos, a veces propios, para la expedición a los territorios del Sur.

En la faz institucional, Muñoz se desempeñó como Municipal en Azul y en Olavarría, alternadamente.

En nuestra ciudad lo hizo en los años 1878, 1887 y 1890; mientras que en la vecina actuó entre los años 1879 y 1881.

Pero fue entre los 59 y los 63 años cuando logró desempeñar el más alto cargo que alcanzara en su vida, ya que fue electo Senador Provincial, convirtiéndose en el primer azuleño en abrazar tal logro. Y desde ese cargo resultó decisiva su acción para lograr que Azul fuese declarada ciudad.

Defensor entusiasta y laborioso de dicha idea fue el periodista MANUEL CHANS, quien bregó por ese ideal a través de su diario EL PUEBLO, durante los años 1894 y 1895.

El 11 de Mayo de 1894 Chans iniciaba en su diario una serie de publicaciones tituladas “ El Azul ciudad “

En la primera nota señala que "Se está generalizando mucho la costumbre de titular ciudad al Azul; se emplea el título hasta en los documentos públicos. Bastará sólo con gestionarla de la legislatura o del ejecutivo, para lograrla. " Y agregaba que podrían dar este paso el Intendente o un grupo de vecinos.

Puntualizamos que en ese año el Jefe Comunal era el Dr. Narciso S. Mallea, el médico que nos dejara ese importante libro titulado “Mi vida, mis fobias “ donde recuerda, entre otras cosas, la llegada en tren al Azul, de la revolución radical con Hipólito Yrigoyen a la cabeza, en 1893.

En su segundo artículo, del día 13 de Mayo, Chans pide disculpas por haberse olvidado de mencionar, entre quienes estaban en mejor posición para hacer las gestiones ante los poderes públicos, nada menos que a nuestro personaje, el Senador Provincial Don Celestino Muñoz.

Y argumenta en su descargo que era la primera vez que Azul estaba representada en la Legislatura provincial y que, por eso, le faltaba la costumbre de orientar sus pensamientos por ese lado.

Pero, de todos modos, el olvido no fue inconveniente, ya que en la tercera nota de la serie, del 16 de Mayo, Chans nos cuenta que:

"El Senador Don Celestino Muñoz había concurrido con Evaristo Martínez a la redacción de El Pueblo para felicitarlos, y dar su calurosa adhesión a la idea. "

Al mismo tiempo, el legislador les requirió todos los datos demostrativos de la importancia del Azul en la vida social, comercial e industrial.

Los requisitos para ser ciudad, básicamente consistían en tener más de 10.000 habitantes y poseer desarrolo social, urbano, económico y cultural, con proyección regional.

Y Chans sigue proporcionando los datos en su diario. Entre otros números, cita la evolución demográfica de nuestro pueblo, que había pasado de 10.000 habitantes en 1881 a casi 30.000 en 1895; con 2.500 alumnos en sus aulas colmadas; 1.500 casas de comercio; grandes capitales monetarios y 140 cuadras empedradas.

Pero el camino no fue fácil.

El propio Chans, en un duro artículo titulado “POCA INICIATIVA “, el 15 de Agosto de 1884 formula estas reflexiones:

"El Azul, confiado en sus fuerzas vitales, se diría que desdeña las ventajas que pudiera adquirir mediante algún esfuerzo...No sucede así en la mayoría de los pueblos, que hasta tienen comités de propaganda permanente, como Dolores.

El Azul se ha mostrado indiferente ante el anuncio de su elevación al rango de ciudad...

Parece que los hombres no levantan sus ojos del suelo, atraídos por especulaciones de lucro" 

Pese a esta indiferencia casi general, y gracias a la audacia de unos pocos, como siempre sucede, Azul fue declarada ciudad por Ley Provincial N° 2.547 del 23 de Octubre de 1895.

Los últimos años de Celestino Muñoz transcurrieron en la militancia política, a veces acompañado por figuras poco aconsejables como los matones de comité Evaristo y Manuel TOSCANO, con quienes, sin embargo, no compartió sus prácticas fraudulentas.

Tuvo amigos en todos los sectores y no fue simplemente partidista en su accionar.

Muñoz falleció en el año 1913 y una calle de Olavarría hoy lleva su nombre. Azul, en cambio, no lo recuerda.  

 

NOTA: Este texto, basado en el trabajo del Profesor Exequiel César Ortega para su serie “Diez grandes olvidados de la historia azuleña “ y en investigaciones propias, fue difundido en nuestro programa " Pie de Página " a través de la emisora FM del Pueblo de la ciudad de Azul.

 

Fuente: http://www.hemerotecadeazul.com.ar