María Gómez de Enciso


Fotografia Eduardo Aguero


Por Enrique C. Rodríguez

 

Esta reseña se nutre de la obra del presbítero Luis J. Actis “ La Parroquia de Azul. Un siglo de vida, de cristianismo y de civilización " que se publicara en 1934; y el libro de César Hernán Villamayor titulado " El padre Cáneva "

Tres de los grandes Asilos de Azul: el de Niñas, el de Varones y el de Ancianos, no se deben a la magnificencia de ningún poderoso, sino que son obra de la contribución popular recogida puerta a puerta.

En particular, el padre Actis recuerda en su libro la fecunda acción de mujeres como Ursula Vásquez de Zapata, Juana Jones de González y María Gómez de Enciso. Nosotros podríamos agregar también a Ernestina Darhanpé de Malere.

Dice nuestro autor que correponde a la Sra. de Enciso el mérito de haber  “enseñado a dar “ a la sociedad azuleña.

El desempeño de esta noble mujer quedó plasmado, en primer lugar, a través del ASILO DE HUERFANAS SAGRADO CORAZON.

Esta institución, que aún hoy funciona, fue fundada el 24 de Mayo de 1896. Su actual edificio de Avda. Perón y Rivadavia se inauguró el 16 de Junio de 1901, bajo la presidencia de la Sra. de Enciso.

Además, nuestra homenajeada condujo la Sociedad “Damas de Caridad del Sagrado Corazón de Jesús” entre 1896 y 1897; y entre 1901 y su fallecimiento, el cual se produjo el 26 de Enero de 1920.

También fue destacada su labor en el ASILO DE HUERFANOS SAN ANTONIO.

El mismo fue inaugurado el 1° de Octubre de 1911, bajo la presidencia de la Sra. de Enciso, siendo Tesorera Doña Juana B. De Naulé y Secretaria la Srta. Antonia Berdiñas.

Recordemos que el Asilo San Antonio procuró la educación de los niños desde una faz práctica, por lo que allí funcionaron los talleres de Encuadernación y Zapatería y, en particular, la Imprenta, donde se confeccionó durante muchos años el órgano de prensa de la Parroquia de Azul, llamado “ LA REVISTA “

Gran cantidad de ejemplares de esta publicación se conservan en nuestra Hemeroteca.

Como nos cuenta César Villamayor, María Gómez de Enciso era oriunda de Las Flores, y llegó al Azul muy joven. Estaba casada con Don Antonio Enciso, y la vida pronto habría de ponerla a prueba, ya que en breve lapso perdió a sus dos hijitos y luego a su esposo.

Desde su cátedra en la Escuela Normal sembró semillas de bondad en muchas generaciones.

Villamayor nos recuerda una anécdota que la retrata de cuerpo entero:

“ Un día, recibió por escrito una infundada queja contra la administración de una obra que hacía la Parroquia, y ella acudió inmediatamente ante el autor de la queja para advertirle el error, y hacerle reconocer lo poco informado que estaba para proceder así.

El quejoso, en presencia de la Sra. de Enciso, quedó confundido y avergonzado de su actitud, pero quiso justificarse de algún modo, observando que la queja no iba dirigida a ella, sino a los sacerdotes de la parroquia.

Ahí la hizo peor. La noble dama le replicó de inmediato:

“Lo que hiere a un sacerdote me hiere a mí, pues yo también me siento parroquia “

María falleció siendo aún joven, pues sólo tenía 51 años.

Hablaron en su sepelio María del Carmen Ducós, el Diputado Provincial Agustín Carús y, como no podía ser de otra manera, el Padre César Cáneva.

Su tumba se encuentra en el Cementerio local, coronada por una preciosa estatua de mármol blanco, y está ubicada justo frente a aquella en la cual descansan Bartolomé Ronco, su esposa María de las Nieves Giménez y la única hija del matrimonio, Carlota Margarita.

No deja de ser significativo que ambas tumbas se encuentren una enfrente de la otra; queremos imaginar que así continuarán su diálogo fecundo en el más allá los protectores de la cultura, es decir la familia Ronco, y la madre de los desamparados, la sra. de Enciso.

Al celebrarse el centenario de la Parroquia, en 1934, se le tributó un homenaje en el cual la Srta. Amelia Elizagaray pronunció un bello discurso.

Con algunos párrafos del mismo terminamos esta semblanza.

Dijo Amelia Elizagaray:

“ Permitidme que haga un pedestal para que de él surja la figura de una mujer, ante cuya tumba estamos reunidos, a quien podemos llamar con toda justicia el alma de todo apostolado y la precursora de la Acción Católica en nuestra Parroquia.

Fue tan múltiple y compleja su obra, que llegó al olvido de sí misma.

María llegó muy joven a nuestra ciudad, después de ver desolado su hogar con la muerte de su amante esposo y de sus dos hijitos.

Así preparó el Señor en sus inescrutables designios su vida de apóstol; arrebatóle los hijos de la sangre, pero ofrendóle los hijos de los otros, los desheredados de la fortuna, aquellos que tal vez no conocieron una sonrisa de madre; y los huérfanos fueron el centro de sus amores y delicadezas maternales. “

 

NOTA: Este texto fue difundido en nuestro programa " Pie de Página ", a través de la emisora FM del Pueblo de la ciudad de Azul.

 

Fuente: http://www.hemerotecadeazul.com.ar