El Diario La Razón catalogó a la ciudad como "Un pequeño mundo escondido"


Foto: Diario La Razón


Un pequeño mundo escondido

A unos 300 km de la Capital, una ciudad de sorpresas. La huella de Cervantes y el viejo Monasterio Trapense.

AZUL, UN PEQUEÑO MUNDO ESCONDIDO.

En el centro de la provincia de Buenos A ires, corazón de la pampa húmeda, la ciudad de Azul llama a los viajeros. Ya se convirtió en un destino cultural -cada mes de noviembre- debido a su prestigioso Festival Cervantino. Para descifrar el encanto de esta pequeña localidad hay que empezar por el centro histórico. La plaza San Martín, obra del arquitecto italiano Francisco Salamone, se caracteriza por las sorprendentes líneas rectas y el zigzagueante baldosado. "No podés salir a correr porque te mareás", broméan los azuleños.

Enfrente de la plaza, junto a la iglesia Catedral Nuestra Señora del Rosario se alza el Teatro Español, construido en 1897. Los pobladores recuerdan que Carlos Gardel se presentó en este escenario, en 1910 y 1930. En Azul hay historia y memoria. Y Personajes. Uno de ellos es Salamone, quien también diseñó el Cementerio Unico, el ex Matadero -uno de los varios edificios art decó que levantó en la provincia- y la portada del Parque Municipal Sarmiento. A todas sus obras las identifica una inconfundible impronta monumental, con admirables ornamentaciones, En el cementerio se destaca un ensamble de estructuras que alcanzan 22 metros de alto y que están presididas por la escultura del Angel Vengador. En el Parque Sarmiento resaltan las dos torres de 35 metros.

El otro personaje de Azul es el abogado Bartolomé Ronco, coleccionista y fundador de la Biblioteca Popular. La Casa Ronco atesora una de las colecciones privadas de Cervantes más importantes de América. Hay que visitar esa vivienda y contemplar las 300 versiones de El Quijote entre muchas otras reliquias literarias. A partir de esa colección, en 2007 Azul fue nombrada "Ciudad Cervantina de la Argentina" por la UNESCO. Todos los años, en noviembre, se realiza el Festival Cervantino, con un sinúmero de actividades.

Alrededor de la ciudad, las sierras que forman el Sistema de Tandilia son un paisaje ideal para el deporte y la aventura. En un pueblo vecino, Pablo Acosta sólo quedan algunas casas y un viejo cartel que recuerda el paso del tren. Vale la pena llegar hasta ahí para saborear una buena picada o un guiso casero en la pulpería El Viejo Almacén. Otra opción de exquisita comida es Abuela Dime.

Antes de pegar la vuelta conviene asomarse a otro atractivo de la zona: el Monasterio Trapense Nuestra Señora de los Angeles. Ahí se pueden comprar buenos productos caseros. Y si se quiere compartir el ambiente religioso sólo hay que pedir alojamiento. Lo dicho: un pequeño mundo escondido...

 

Fuente: http://www.larazon.com.ar/ciudad/pequeno-mundo-escondido_0_221400148.html