Federico Delbonis, un pibe de barrio que "trabaja" de tenista e hizo historia



Ganó el punto que consagró a la Argentina como campeon de la Davis pero sigue siendo el de siempre. En diálogo con Infobae habló de su historia de lucha y cuenta que está muy lejos de las grandes cifras de los tenistas de élite

Delbonis con la Copa Davis delante suyo: logró el punto histórico de la serie ante Croacia (AP)

Delbonis con la Copa Davis delante suyo: logró el punto histórico de la serie ante Croacia (AP)

En el interior de Federico Delbonis queda mucho de aquel pibe que aprendió a pegarle a la pelota en un paredón cercano a la casa de la abuela, el que visitó con su madre a familiares de presos, el mismo que tuvo que ser su propio jefe desde los 15 años, aquel que sale a comprar el pan con la misma naturalidad que jugó el punto más importante en la historia del tenis argentino.

En su refugio de Azul, una ciudad de poco más de 60 mil habitantes, atiende a Infobae y abre las puertas de una intimidad tan corriente como especial. "Salgo a la calle a hacer cosas comunes como trámites del banco, comprar el pan o los mandados, cosas que hace cualquier ser humano de Argentina, y no paran de saludarme. De a poco voy cayendo", explica este pibe que hoy camina con tranquilidad por su ciudad, aunque hace una semana atrás caía al piso del Zagreb Arena tras un tiro largo de Ivo Karlovic y celebraba emocionado una de las victorias más resonantes en la historia del deporte argentino: la que le dio el primer título de Copa Davis al país.

Esa imagen de tenista formado que se repetirá durante varias épocas tiene un humilde correlato en la casa de la abuela Elsa sobre la calle España, aquella que les cocinaba a los hermanos Delbonis porque papá Horacio y mamá Marta trabajaban. "Empecé a jugar pegándole al paredón en la casa de la abuela. Le rompimos varios vidrios a su casa", recuerda sobre los "grandes protagonistas" de su infancia junto a su abuelo Fermín.

Delbo hablará con calma a lo largo de los 50 minutos de entrevista, mezcla entre la tranquilidad que tanto elogia en la gente de su ciudad y la timidez que reconoce como un escollo para mostrarse tal cual es. Sí, el pibe que cargó sobre la espalda con la euforia deportiva de 40 millones de personas hace una semana, acepta ser retraído. "Nunca me marcó un resultado la cantidad de gente. Es más, en Copa Davis es más divertido el ambiente. Mi timidez está relacionada a las personas, a veces piensan que soy mala onda porque no soy de hablar mucho", advierte.

Ese silencioso muchacho pasó las casi cinco horas de mayor tensión de su vida mientras Juan Martín Del Potro batallaba para revertir el cuarto punto ante Marin Cilic. ¿Cómo se concentró? "Es muy complicado seguir una línea de concentración todo el tiempo. Traté de no mirar lo exterior a mi partido, si era una final o un partido en la cancha del club de Remo en Azul. Traté de estar en un sillón tranquilo, haciendo mis raquetas, imaginando el partido, comía de vez en cuando, me hidrataba…", detalla.

La pelota de Karlovic se fue larga y Delbonis se deja caer (DyN)

La pelota de Karlovic se fue larga y Delbonis se deja caer (DyN)

Luego llegó el enfrentamiento que le cambió la vida. O no tanto. "No dejaré de hacer cosas porque la gente ahora me saluda. No voy a aislarme por este hecho. Voy a ser el mismo Delbonis que soy desde que empecé a jugar al tenis. Por ahí puede cambiar mi profesión, dejar de jugar al tenis, pero mi vida es seguir estando en Azul, hacer las mismas cosas que ahora", aclara ante las tentadoras puertas que este éxito podría abrirle en el futuro. Su sencillo y cálido trato con este medio confirma que su afirmación no es sólo una frase hecha.

La lógica de este pensamiento bien podría estar radicada en el esfuerzo que recorrió el tenista de 26 años hasta este presente. Su padre y Gustavo Tavernini, su entrenador actual que lo acompaña hace 14 años, debieron sacrificarse para juntar plata en pos de costear los abultados gastos de este deporte: organizaban rifas, cenas y conseguían donaciones para sortear. "Ya no sabían de dónde agarrar plata. Se les estaba terminando a mis padres. Apareció un grupo de personas de la ciudad ajenas al tenis que veían el esfuerzo mío y de mi familia, y quisieron ayudar", explica.

Eran personas a las que si bien no les sobraba el dinero tenían un sustento económico mayor al de los Delbonis. "'Queremos que Federico sea tenista profesional, que salga de Azul', dijeron; y fue así de la nada que surgió. Me fui a entrenar a los 16 años a Barcelona sin firmar un papel, podrás ver la confianza que había", confiesa y recuerda que aquel bondadoso contrato todavía sigue vigente. "Querían que pueda jugar al tenis, que represente a Azul, no tenían otra finalidad. Sin mirar el ránking", agrega.

Delbonis con su entrenador, el mismo que lo acompaña desde los 12 años

Delbonis con su entrenador, el mismo que lo acompaña desde los 12 años

El salto a Europa fue clave en su carrera tenística, pero también en su crecimiento intelectual. Él se define como un adolescente que además de deportista se convirtió en gerente. "Cuando empecé a jugar challengers vi que había más plata y podía manejarme solo. Era más el gerente de una empresa que a la vez jugaba al tenis. Me hizo madurar, valorar cosas que por ahí un chico de mi edad a ese momento no lo veía", explica.

A los 18 años ya se encargaba de pagarle a su coach y le había dado color a un matiz de conciencia. "Vas gestionando. 'Esto para acá, si queda una plata extra la tengo que guardar porque no sé qué puede pasar a futuro'. Me quedaba plata y quizás me podía comprar algo, pero fui cauteloso. Porque si en el próximo torneo necesitaba plata se la iba a tener que pedir a los sponsors; y al fin y al cabo se las iba a tener que devolver", explica.

Ese dinero extra podría haber ido a "alguna pilcha de más o algún teléfono que era novedad", pero siempre se mantuvo "con los pies en la tierra""No me iba a cambiar la vida", repite en este aspecto. El mismo lema que utilizó para hablar sobre el triunfo en Croacia. Los valores del tenista que transmitirá el tenista serán los mismos una y otra vez a lo largo de la entrevista sin importar el ámbito al que apunte la pregunta.

Sin los millones ni los caprichos de las súper estrellas, pero con la primera Copa Davis de Argentina en el bolso tras cuatro finales perdidas, ahora habla con calma desde la casa que "gracias a Dios" está pudiendo construir para vivir con su mujer Virginia y su hija Celina"No me puedo retirar del tenis y vivir de la plata que hice hasta acá. Hoy en día tengo que seguir pensando en el tenis más allá de un deporte como un trabajo", señala sobre los mitos de opulencia que existen en el deporte blanco.

En los frescos aprendizajes de la vida que Fede relatará se entremezclan las horas de su viejo en la calle bancando la pequeña distribuidora de artículos para peluquería con los de su madre, una asistente social hoy jubilada: "La acompañaba a visitar familiares de presos. He visto cosas que no ven chicos de esa edad. Contaba historias duras y otras lindas, no todo es feo en una cárcel. Yo le preguntaba cómo hacía para estar con un preso y que no le hagan nada. Y es que por estar en la cárcel no son malos, también hay gente buena que reaccionó mal".

Recibió el cariño de sus vecinos tras ganar el título (Télam)

Recibió el cariño de sus vecinos tras ganar el título (Télam)

Enseñanzas también le dejó un tal Del Potro, para quien será eternamente su "Burruchaga", como bien definió con humor José Acasuso en los últimos días. "Me aconsejó que aprovechara este recibimiento en Azul porque es un lindo momento para uno como tenista que te reconozcan en tu pueblo. Tengo que estar agradecido porque en muchos gestos me ayudó. Me habló, me aconsejó. Antes de la final nos dijo que hagamos algunas cosa que no se pueden contar, quedan para la intimidad", lo elogia apelando al misterio de alguna cábala que quizás surgió en ese grupo de Whatsapp que cobija a los que juegan cada serie de la Davis.

Este pibe común como cualquier otro que disfruta de la vida al aire libre, que destaca la cultura japonesa por su "educación y amor por el prójimo" y acepta que su poco ortodoxa previa en el saque ya "es una marca registrada", prefiere utilizar los flashes del momento para transmitir una enseñanza más que para sacar un rédito personal: "Por ahí no tenemos paciencia al trabajo y a veces las cosas no salen como uno espera, pero si se cree en el equipo de trabajo a la larga los resultados se van a dar".

 

Fuente: Infobae.com