Hallazgo: el escritor Roberto Arlt vivió en Azul



Según adelanta Diario El Tiempo, "durante un relevamiento, en el marco de una investigación, el colega Marcial Luna concretó el hallazgo en la Hemeroteca Juan Miguel Oyhanarte de esta ciudad" de notas periodísticas escritas por Roberto Arlt en Azul. 

Luego de noventa años se confirma, efectivamente, que el autor de “El juguete rabioso” y de las “Aguafuertes porteñas”, entre otras obras, vivió en Azul y trabajó como cronista. Sin dudas, se trata de un acontecimiento cultural de alcance nacional.

El sábado 7 de enero de este nuevo año, a las 18,30 el periodista azuleño Marcial Luna concretó un hallazgo significativo: las notas periodísticas que, en 1927, el escritor Roberto Arlt publicó en Azul.

El acontecimiento tuvo lugar en la Hemeroteca Juan Miguel Oyhanarte de nuestra ciudad, ubicada en instalaciones de la Casa Ronco, en San Martín y Rivadavia.

El hecho implica un aporte fundamental a la cultura nacional. Por un lado, confirma la presencia de Roberto Arlt en Azul en su actividad como cronista y, por el otro, cubre un bache documental en la biografía del célebre autor de “El juguete rabioso”“Los siete locos” y “Los lanzallamas”, entre otras destacadas obras de la literatura argentina.

Al referirse al acontecimiento, Marcial Luna explicó que “Arlt llegó a la ciudad de Azul atormentado, saturado de la vida en la ‘gran ciudad’, puesto que vino en cierto modo escapando de Buenos Aires, asfixiado por el ritmo de la gran urbe. De hecho, es el tema de su primera nota aquí en Azul”.

Otras temáticas, explicó Luna, “son en buena medida las que retomará en sus ‘Aguafuertes’ de diario ‘El Mundo’: los lugares públicos, las mujeres, los cambios sociales, el ritmo de la ciudad”.

“Los biógrafos de Roberto Arlt no pudieron completar el recorrido que el escritor y periodista realizó en las décadas de 1920 y 1930. Trabajó como cronista en revistas porteñas, luego en Córdoba y se documentó que en 1927 ingresó como cronista de policiales en el famoso diario ‘Crítica’, creado y dirigido por Natalio Botana. Ya para 1928 aparece Arlt escribiendo colaboraciones en ‘Crítica’, aunque incorporado efectivamente en el flamante El Mundo. Ahora bien: existe un bache entre su salida de ‘Crítica’ y su ingreso a ‘El Mundo’. Allí es cuando Arlt llegó a Azul”, explicó Luna.

La tradición oral mencionó el hecho, inclusive hubo algunas referencias un tanto imprecisas sobre la posibilidad de que Arlt habría ejercido el periodismo en Azul a comienzos de la década del ’20 (en realidad fue en 1927), pero es recién ahora, con el reciente hallazgo de las crónicas escritas en Azul, cuando se ha logrado confirmar el trascendente acontecimiento.

Sobre Roberto Arlt

(Buenos Aires, 1900 - 1942) Escritor y periodista argentino, una de las figuras más singulares de la literatura rioplatense. Autodidacta, lector de Nietzsche y de la gran narrativa rusa (Dostoievski, Gorki) y vinculado a principios de la década del veinte con el progresista y didáctico Grupo de Boedo, se le considera el introductor de la novela moderna en su país, aunque su reconocimiento no le llegó hasta los años cincuenta.

El Grupo de Boedo tomó su nombre de una calle de los suburbios proletarios de Buenos Aires. En oposición a las tendencias estéticas más formales del Grupo de la Florida, en el cual desempeñaron un papel determinante primero Ricardo Güiraldes y después Jorge Luis Borges, el Grupo de Boedo constituía una corriente literaria comprometida en la crítica de la sociedad, siendo decisiva para su concepción artística la influencia de Dostoievski, tanto en la elección de los temas como en la visión del mundo, sobre todo en la concepción del destino del hombre.

Roberto Arlt se crió en una humilde familia de inmigrantes: su padre era alemán y su madre, una triestina imaginativa y sensible, le recitaba versos de Dante y de Torquato Tasso. Abandonó su hogar cuando era un adolescente a causas de disputas con su padre. Hizo estudios elementales, pero frecuentó las bibliotecas de barrio, donde se inició desordenadamente en la lectura de R. Kipling, E. Salgari, J. Verne, R. L. Stevenson y J. Conrad, entre otros, a la vez que desempeñaba diversos oficios: dependiente de librería, aprendiz de hojalatero, mecánico y vendedor de artículos varios.

Ya casado se trasladó a Córdoba, pero el fracaso en su intento de mejorar la situación económica le obligó a regresar con su familia a Buenos Aires: traía consigo el manuscrito de El juguete rabioso. En la capital trabajó como periodista e inventor. En la Revista Popular publicó su primer cuento, Jehová, al que le siguió un ensayo, Las ciencias ocultas en la ciudad de Buenos Aires. Luego colaboró en Patria, periódico nacionalista de derechas, pero dos años después pasó a publicaciones de signo opuesto como Extrema Izquierda y Última Hora. Tras varios intentos logró publicar en la revista Proa dos capítulos de su novela El juguete rabioso (1926), que llegaría a considerarse un hito en la literatura argentina.

El periodismo fue, para Arlt, el medio principal de subsistencia. En 1927 ya era cronista policial en Crítica y un año después pasó a ser redactor del diario El Mundo. Allí aparecieron sus cuentos El jorobadito y Pequeños propietarios. Su columna Aguafuertes porteñas (1933), en la que arrojaba una mirada incisiva sobre la ciudad y sus habitantes, le dio gran popularidad: eran textos llenos de ironía y mordacidad, retratos de tipos y caracteres propios de la sociedad porteña. Dio a conocer artículos, cuentos y adelantos de novelas desde las páginas de las revistas Claridad, El Hogar, Azul y Bandera Roja. Resultado de su labor como corresponsal en Europa y África son Aguafuertes españolas (1936) y El criador de gorilas (1941), cuentos de tema "oriental".

Para muchos su obra más acabada es Los siete locos (1929), una inquietante novela sobre la impotencia del hombre frente a la sociedad que lo oprime y lo condena a traicionar sus ideales. La novelística de Arlt incluye también Los lanzallamas (1931) y El amor brujo (1932). La colección de cuentos El jorobadito (1933) reitera la temática de sus novelas: la angustia, la humillación y la hipocresía de la sociedad burguesa.