Muestra en homenaje a Cáneva en el Museo de Arte Sacro


Foto: Diario el Tiempo


La muestra se realizará el próximo domingo, en el museo de arte sacro que lleva su nombre y funciona en la Iglesia Catedral, con motivo de cumplirse los ochenta y cinco años de su ordenación como primer Obispo de la Diócesis de Azul. 

 

“Nom omnis moriar” (No morirá del todo)

Por Eduardo Agüero Mielhuerry

 

Corría el año 1974 cuando Monseñor Manuel Marengo, por pedido del Padre Villamayor, escribió lo que sería el prólogo de su libro “El Padre Cáneva”: “... Poco había oído hablar de él. Pienso que fue mejor. De haber tenido el conocimiento de este Obispo que tuve después, me hubiera costado mucho aceptar mi designación de sucederle en el gobierno de esta diócesis...”.

César Antonio Cáneva nació en Carlazzo (Italia) el 27 de marzo de 1874 y llegó a la Argentina a los catorce años. Su primer destino fue San Nicolás de los Arroyos. 

Recibió la ordenación sacerdotal el 21 de diciembre de 1901, previa formación en el Seminario Conciliar de Buenos Aires. 

Con casi treinta años, una fría tarde de julio de 1903, con mil sueños en su valija y una imagen de la Virgen de Luján bajo el brazo, llegó a Azul para, literalmente, hacer historia. 

La espléndida Catedral que hoy todos conocemos apenas eran unas cuantas paredes y un montón de escombros cuando Cáneva llegó a nuestra ciudad. Una precaria obra que estaba a punto de ser demorada definitivamente por falta de recursos económicos. Sin embargo, el joven Cura Párroco supo incentivar los ánimos de la comunidad logrando una participación masiva para concretar la construcción. Como él decía: “Levantar un templo es colocar un sostén a la dignidad humana”. 

El 13 de septiembre de 1934, Pío XI lo elevó a la dignidad episcopal, siendo consagrado por el Arzobispo de Buenos Aires, Monseñor Santiago Luis Copello, el 25 de febrero de 1935.

Años después, Monseñor Manuel Marengo lo describía: “Alto y delgado, frente amplia, ojos pardo - oscuros, nariz aguileña, andar pausado, de porte sencillo y digno, sonrisa amable y ceño agudo y firme, manos alargadas al estilo Greco. Su palabra transparente como su alma sacerdotal no necesitaba intérprete”. 

Durante su gobierno en la Diócesis, que duró 19 años, fundó el Seminario Diocesano, cuya piedra fundamental fue colocada en forma definitiva el 12 de octubre de 1939. Creó la Parroquia “Nuestra Señora de Monte Viggiano” de Olavarría el 18 de abril de 1950. Crear otras capillas en los barrios que se poblaban de inmigrantes fueron sus inquietudes, que se concretaron en el Colegio Inmaculada, el Hogar del Buen Pastor, el Hogar de Ancianos y el Asilo San Antonio. Pero su fecunda obra no se reduce a estos y otros edificios, su obra más perfecta se encuentra en el alma de aquellos que oyeron su palabra, que siguieron su ejemplo. Así, vuelven a hacerse recurrentes las palabras de Marengo:  “Su profunda labor sacerdotal, que marcó con su presencia y acción la vida religiosa de varias generaciones azuleñas, es recordada con cariño aún ahora. Ella Imprimió un sello propio a los hombres de su época rompiendo la hostilidad de algunos y descongelando el hielo de otros”.

César Antonio Cáneva falleció el 25 de mayo de 1953. Como fue su voluntad, sus restos descansan en la Capilla del Seminario, contemplados amorosamente por la misma imagen de Nuestra Señora de Luján que él trajera allá por 1903. Sin embargo, “Non omnis moriar” (no morirá del todo), mientras su nombre siga siendo pronunciado como sinónimo de los más altos valores de la condición humana.

Hoy, en este vertiginoso camino al Bicentenario de la Patria, en este siglo XXI cargado de más incertidumbres que certezas, al cumplirse 75 años de su consagración como Obispo de la Diócesis de Azul, es la intención del Museo de Arte Sacro que lleva su nombre, rendirle un sencillo homenaje. 

Por tal motivo, solamente por hoy, se expondrán algunos elementos personales en el Museo que se encuentra en el coro de la Iglesia Catedral, a partir de las 19, siendo la entrada libre y gratuita.