Se inaugura la muestra "Excursionistas" en el Museo López Claro



El viernes 19 del corriente a las 19,30 se inaugurará en el Museo Municipal López Claro la muestra Excursionistas BARRIO / BOER / CALVO / CAVALCANTE / COMBI / ETCHEGOYHEN / FORCINITI / MESSUTI/MULEIRO / SANDOVAL. Se trata de un grupo de jóvenes artistas que llegan a nuestra ciudad en excursión, trayendo su mirada e investigando nuestra ciudad. La muestra permanecerá abierta hasta el 4 de septiembre. 

El excursionismo se define como una actividad física que consiste en realizar travesías o rutas por un medio natural con un fin recreativo. La recreación hace referencia a crear o producir de nuevo algo, esto implica una participación activa del sujeto, a diferencia del ocio que refiere generalmente al descanso. Buscar, conocer, explorar, de forma intuitiva, mediante diversos medios son todas acciones que forman parte de las obras realizadas para esta muestra.

Una exhibición que procura hacer preguntas sobre casos míticos, turísticos, patrimoniales, desprendimientos semánticos, históricos y científicos, que, esperamos nos acerquen a lo que todavía no conocemos. 

Los trabajos de Valeria Calvo y de Mariela Forciniti indagan en algunas de las obras del arquitecto Francisco Salamone realizadas en la ciudad de Azul, como el Cementerio, la Plaza San Martín, la entrada al Parque y el Matadero. Valeria Calvo en la pintura que presenta intuye el espacio, pero no como lugar habitable, sino como construcción progresiva. Mientras tanto, Mariela Forciniti selecciona dos de las obras arquitectónicas antes mencionadas “El Matadero” y “La entrada al Parque” y las funde creando una nueva imagen.

Marina Etchegoyhen en su instalación exhibe parte de la colección de objetos de su abuela paterna. Construye una ficción basada en los viajes de turismo que organizaba Julia Mancini y que posiblemente, también, haya visitado la ciudad de Azul.

“El Caso Azul” de Mariano Combi hace referencia a un experimento realizado en Azul en el año 1986, en el que participaron la OPS, a través del CEPANZO, y el Instituto Wistar (Filadelfia), que consistía en probar la efectividad de una vacuna contra la rabia bovina. El caso plantea interrogantes sobre la lógica con la que operan las grandes corporaciones (como el Inst. Wistar) y sobre las regulaciones que deberían o no existir en los experimentos biotecnológicos. La instalación intenta explicar los hechos utilizando pizarrones con texto e imágenes (típico procedimiento didáctico), pero introduciendo también digresiones, anotaciones ilegibles, elementos de ficción, exagerando y distorsionando lo ocurrido.

Gabriela Messuti nos muestra en sus “paisajes subjetivos” la mirada del capitán Rufino Solano, pacificador de las pampas. Allí dialoga con los límites de lo conocido y lo desconocido, lo material y lo inmaterial.

Gabriela Boer construye su obra a partir de textos anónimos sobre el posible origen del nombre la ciudad de Azul: “(…) La flor borraja cimarrona así llamada por la gente común, se desarrolló con su hermoso color azul- morado e invadió los sectores aledaños, transmitiendo a la zona de las aguas del río, el reflejo de su color azul. Así, desde entonces el paraje y el río fueron llamados “del azul” (…)”.

El trabajo realizado por Leonardo Cavalcante se compone de una serie de fotogramas de un posible documental sobre el destino de Azul.  Las probabilidades de cambio sobre un espacio reconocible por una población determinada puede producir desplazamientos de sentido y una reflexión sobre el devenir de los objetos. 

Esta operación suspende el común desarrollo de nuestra mirada e intenta reflexionar sobre la modificación y la apreciación de nuestro entorno.

Tatiana Sandoval crea a partir de su “Giganta”, una serie de obras realizadas con fotografía y acuarela sobre madera, una historia apócrifa: “(…) La leyenda cuenta que “La Giganta”, estuvo en Plaza Miserere, dejando grandes pisadas y algunos relatos. Dicen los que la vieron, que marchó hacia la ciudad de Azul, que pasó por el cementerio y la plaza principal. ¿Cuándo sucedió todo esto? (…)”

Tadeo Muleiro tomó el mito de “El Gualicho”, figura maligna de origen Arauco-patagónico. Los llamados “Indios Pampas” (esta denominación llegó a incluir a los Querandíes, Puelches, Chónecas, etc) abarcaban toda la zona de la Patagonia, Buenos Aires y la zona que hoy se conoce como la ciudad de Azul. Estos pueblos tenían a “El Gualicho” como una de sus principales deidades. Con la penetración cristiana fue sincretizado con el diablo.

Javier Barrio encontró un cráneo en la casa de su abuela paterna. Cuando ella murió y la casa se vació, el cráneo estaba en una vitrina con una única información, la leyenda AMAICHA, TUCUMAN, de donde sospecha que proviene el cráneo. Nadie sabe cuándo ni las circunstancias precisas del hallazgo. Este misterio que rodea al cráneo lo llevó a entrevistar a los miembros de su familia, para aportar la información contextual necesaria para donarlo al Museo Squirru Etnográfico de Azul, a través de la exhibición en el Museo de Arte López Claro. El tránsito de la casa de familia, al museo de arte, y finalmente al museo etnográfico pretende ser una reflexión sobre los contextos de aparición y exhibición de los objetos museísticos.