Una litografía firmada por el artista argentino Carlos Alonso, ya se exibe en Casa Ronco



Días atrás, la Diputada Nacional Gloria Bidegain hizo entrega de una donación a Enrique Rodríguez, presidente de la Biblioteca Popular Bartolomé J. Ronco. La misma consta de una bellísima litografía firmada por el artista argentino Carlos Alonso que pasará a formar parte de la pinacoteca de la Casa Ronco. 

La obra corresponde al prólogo de la segunda parte de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, publicado por EMECÉ en 1958. Un libro fundamental tanto para el maestro Alonso en su amplia trayectoria como ilustrador como así también al imaginario que muchos artistas han creado de este singular personaje. 

Esta "joyita" se suma a los tesoros resguardados en la meca de la cultura azuleña: La Casa Ronco.

 

Sobre Carlos Alonso

Nació en Tunuyán, Mendoza (Argentina) en 1929.

Consagrado como uno de los más notables artistas plásticos argentinos, Carlos Alonso, comenzó su carrera reflejando en sus obras un realismo social, inclinándose hacia formas cada vez más libres y expresivas, que le harán entroncar con el Nuevo Realismo.

Su técnica era rigurosa, trabajada obstinadamente y sin pausa a través de muchos años, en la que sobresale su color, sensible y expresivo, y sobre todo su portentoso dibujo.

Cursó estudios de arte en la Universidad Nacional de Cuyo con Gómez Cornet y en la de Tucumán con Spilimbergo, grandes maestros de los que atesoró muy valiosas enseñanzas.

En 1954 viajó a Europa, donde expuso en París y Madrid, y en 1959 ganó el concurso organizado por la editorial Emecé para ilustrar la segunda parte del Quijote, de cuya primera se había encargado Salvador Dalí.

En años posteriores prosiguió su tarea de eximio ilustrador enriqueciendo grandemente diversos libros, lo que no le impidió acentuar su dedicación a la creación de cuadros en los que profundizó sus indagaciones sobre la dimensión trágica del ser humano.

Fue consolidando su fama en el país, especialmente por sus celebradas exposiciones en Buenos Aires, y a partir de 1965 emprendió numerosos viajes al extranjero, donde expuso sus obras y cosechó señalados éxitos de público y de críticas.

Sus creaciones fueron reiteradamente exaltadas en México, París, Florencia, Milán, Roma, Bolzano, Londres, Niza, Bologna, Madrid y otras ciudades europeas. Actualmente se encuentra en el máximo nivel de su ciclo creativo, con obras que son rotundas muestras de su talento y sus hondas convicciones, y que por ello ejercen un alto magisterio en las nuevas promociones de artistas plásticos.

 

 

Técnica de la Litografía

La litografía es un procedimiento de impresión mediante el cual se reproduce sobre papel la escritura o el dibujo, realizado con tinta especial o lápiz graso, sobre la superficie de una piedra calcárea, de estructura especial, muy compacta y homogénea. Esta tiene una forma de placa gruesa, con las dos caras opuestas paralelas, estando una de ellas muy pulida y con las aristas rebajadas.

Litografía en colores, inventada por Jules Chéret, tuvo gran aceptación a finales del siglo XIX. Pierre Bonnard: "La pequeña lavandera" (1896).

En la litografía se distinguen dos métodos: el calcográfico, en el que es el litógrafo quien escribe o dibuja directamente sobre la piedra, con plumilla de acero, y el planográfico, en el que el litógrafo "transporta" a la piedra, invertidos, los dibujos o escritos preparados sobre el papel, con tinta o lápiz graso (lápiz litográfico).El proceso de impresión se basa en la repulsión recíproca entre sustancias grasas o resinosas y el agua y en la propiedad que tiene la piedra de retener en cambio tales sustancias grasas. Tras obtener el dibujo sobre la piedra (directamente o mediante el transporte desde el papel), se humedece con una esponja la superficie de la piedra y posteriormente se pasa por ella una rodilla de entintar.

Las partes que constituyen el dibujo (grasas), que han rechazado el agua, retienen la tinta, que es rechazada en cambio por las partes húmedas de la piedra (espacios no dibujados). Luego se superpone una hoja de papel, sobre la que se ejerce la presión de un torno o, modernamente, la de un cilindro de la máquina de imprimir litográfica, obteniendo el traslado al papel de la capa de tinta que constituye el dibujo.

La litografía fue inventada en 1796 en Munich por Aloys Senefelder, que la empleó para imprimir caracteres musicales. Pronto atrajo la atención de los artistas y ya en 1819 Goya demostraba sus grandes posibilidades. Floreció en Francia, estableciendo una gloriosa tradición ininterrumpida desde Géricault hasta Delacroix (que la empleó para ilustrar el Faust de Goethe), Doré y Gavarni, Daumier y, más tarde, Bonnard. La litografía en colores (que presupone el empleo de varias piedras en forma progresiva sobre la misma hoja), inventada por Chéret, fue llevada a su máximo esplendor por el genio amargo de Toulouse-Lautrec.

 

Litografía sobre papel amarillo Ernst Ludwig Kirchner "Autorretrato con cigarrillo" (1915) Instituto Civil de Arte, Francfort de Main.

Grandes y fecundos litógrafos fueron, en Inglaterra Whistler; en Alemania, Thoma y Slevogt; en Noruega, Munch, que supo matizar la técnica con nuevas formas expresivas. El dibujo puede realizarse también sobre un papel autográfico especial, desde el cual se traslada a la piedra; sin embargo, hecho directamente sobre esta última resulta más fresco y permite efectos más delicados y sutiles.

De una piedra bien trabajada se puede sacar un número elevadísimo de ejemplares, pero los artistas imprimen por lo general tiradas limitadas cuyas copias van todas numeradas y firmadas a mano.