Los negros en el Azul de antaño
Resumiremos en esta ocasión para nuestros lectores un muy buen trabajo escrito por SILVIA BOGGI, titulado “NEGROS EN EL AZUL“, que apareciera en el Diario” El Tiempo” del 16 de Diciembre de 1996.
La autora es Licenciada en Comunicación Social y Antropología, en la Facultad de Ciencias Sociales de Olavarría, dependiente de la Universidad Nacional del Centro.
Comenzaremos diciendo que la esclavitud no fue un invento europeo, ya que en África era una actividad conocida desde antiguo. Sin embargo, fueron los europeos los que le otorgaron dimensiones gigantescas, involucrando a millones de seres humanos.
Debe destacarse que alrededor de la tercera parte de los negros arrebatados a sus hogares, morían en el viaje hacia la costa y en el puerto de embarque.
Si bien la mayor concentración de esclavos se ubicó en el Caribe y en Brasil, debido a la economía de plantación que caracterizaba esas regiones, no puede ignorarse la participación de los africanos en el Río de La Plata.
Y es así que el pueblo criollo que se independizó de hecho en 1810 y de derecho en 1816, era negro y mulato en un cuarenta por ciento, es decir, una proporción cuatro veces mayor que la de los Estados Unidos de hoy.
Otro dato significativo, y muy poco difundido, es que el Ejército de los Andes, que comandó el Libertador General San Martín, estaba compuesto en sus dos terceras partes por negros, según afirma José Oscar Frigerio.
Y es que como habitualmente se dice, los soldados negros fueron “carne de cañón “, siendo utilizados tanto por Rosas como por Urquiza y Mitre, sin distinción de colores políticos.
También queremos recordar que la Asamblea del año XIII dispuso la libertad de vientres, y la de todo esclavo que pisara suelo argentino, hecho que provocó la airada protesta de Portugal, ya que la esclavitud era un pilar fundamental de la economía del Brasil.
Ante ello, el gobierno nacional se vio obligado a aclarar que la disposición se refería a todo esclavo introducido al país por vía del comercio, y no comprendía a los fugitivos, ni a los esclavos sirvientes que sus amos introdujeran al país con ellos.
Si bien se sostiene que la Argentina fue el cuarto país en el mundo en suprimir la trata de negros, este hecho se ve desmentido por la realidad, dado que en 1827, durante la guerra con Brasil, se repartieron esclavos tomados por corsarios argentinos; y en 1831 se registró la venta de esclavos que habían sido traídos por sus amos como sirvientes.
En 1840, Rosas firmó un tratado con Inglaterra, que estaba empeñada en suprimir la trata de negros; y finalmente, el art. 15 de la Constitución de 1853 declaró abolida la esclavitud en la República Argentina.
Los últimos descendientes de africanos constituyeron la infantería de las tropas de línea, y lucharon por vez postrera en los esteros del Paraguay.
Finalmente, en 1871, la fiebre amarilla, que hizo estragos entre los pobladores hacinados en los conventillos de Buenos Aires, terminó de hecho con la mayor parte de los hombres de color.
LA SITUACION EN AZUL
Luego de estos antecedentes históricos, vamos a decir que la presencia de afroamericanos en el centro de la Provincia de Buenos Aires, puede verificarse después de la fundación del Fuerte Independencia (hoy Tandil) en 1823, durante la tercera expedición de Martín Rodríguez.
Así, el Coronel Pueyrredón, edecán del Gobernador, nos pinta un triste panorama de las penurias sufridas por los soldados negros.
Dice así:
“La tropa padecía en extremo. Se había destruido el vestuario y los que más tuvieron que sufrir fueron los negros del Batallón Cazadores que volvían hechos pedazos y casi todos descalzos. La mayor mortalidad fue de estos infelices; no había día que no hiciera recoger del campo negros helados, a veces hasta nueve.
Desde que amanecía mandaba a los soldados de escolta que me trajeran los negros que encontraban duros de frío, los hacía meter en mi tienda, calentarlos al fuego y darles ponche de aguardiente para que, vueltos a la vida, se los mandaba a sus jefes, que ningún caso hacían de aquellos desgraciados. Yo les mandaba siempre algún recado duro, y la contestación era que los dejase, que ellos tenían la culpa por abandonarse...”
Y yendo específicamente a lo que sucedía en nuestra ciudad, nos cuenta Silvia Boggi que las nóminas de los primeros pobladores no nos proporcionan datos acerca de la gente “de color “y mucho menos aún se hace referencia a la probable existencia de esclavos.
Sin embargo resultan elocuentes al respecto las actas parroquiales, iniciadas por el cura castrense MANUEL DEL CARMEN ROGUER a partir de Enero de 1834.
Y así puede afirmarse sin duda alguna que algunos de los primeros pobladores del Fuerte fueron esclavos.
Contamos para realizar esta afirmación con las actas de bautismo de dos esclavos de Pedro Burgos en 1834, de nombres Clemente Burgos y Pantaleona Valentina del Rosario Burgos (destacamos aquí la costumbre del amo de dar su apellido al esclavo).
Más adelante, en Enero de 1837, el cura Clemente Ramón de la Sota firma el acta de defunción de José María, moreno, esclavo de Prudencio Rosas.
Y el 15 de Noviembre de 1839, se asienta la muerte de Gertrudis Silva, esclava de Manuel Silva, “que fue fusilada por orden de S.E. a las 9 de la mañana, por robo sacrílego “.
También se puede apreciar la presencia en el primitivo Azul, de pardos y morenos, que no eran esclavos. Recordemos que pardo o zambo, era el producto de la cruza del negro con el indio, mientras que el mulato o moreno, lo era de blancos y negros; reservándose la denominación negro para el que no poseía cruza alguna.
Son innumerables los ejemplos que podríamos citar, de pardos y morenos bautizados en nuestra parroquia desde 1835. Lo mismo se aprecia con respecto a las defunciones.
Otra inequívoca referencia a la presencia de afroamericanos en esta zona, surge de un expediente de 1878, que se conserva en el Museo Enrique Squirru, caratulado: “MANUEL SILVEIRA- solicitando título de propiedad de cuatro sitios solares “
Este documento resulta de particular importancia porque en él se hace referencia a Manuel Silveira como “moreno viejo “y “destacado poblador fronterizo “.
Asimismo, en ese expediente Silveira declara ser el fundador de la Sociedad de Animas Conga de este pueblo.
Pues bien: ¿Qué era una Sociedad de Animas de una Nación?
Nos explica Silvia Boggi que ya desde el siglo XVII los negros se congregaban en sociedades que se designaban con el nombre del lugar de África del cual provenían, y así en Buenos Aires existían sociedades Benguela, Congo, Mozambique, Loangó, Macacuá, y otras.
Resulta importante destacar que tales instituciones eran organizadas desde la Iglesia Católica, ya que muchas órdenes religiosas compraron esclavos para tener sirvientes en sus conventos, misiones o haciendas.
Estas cofradías aparecen como una institución encauzadora del tiempo libre y la ociosidad del elemento étnico negro. Reconocían autoridades propias, ejecutaban sus danzas nativas, y practicaban los ritos religiosos de su lugar de origen, brujos y hechiceros incluidos.
La Sociedad de Animas de Azul parece haber tenido una vigencia aproximada de 20 años, y Alberto Sarramone, en su Historia de Azul, trae a colación una carta de Blas Dhers dirigida a sus familiares en Francia, en la que narra una pintoresca celebración de los negros azuleños.
Es probable que como recuerdo de los primeros pobladores negros del Azul, haya quedado la denominación de San Benito dada a la zona de nuestro balneario y su puente, si tenemos en cuenta que, aparentemente, allí habría existido un asentamiento de africanos y un fortín del mismo nombre. San Benito de Palermo era uno de los santos predilectos de los esclavos del país, junto con San Baltasar y Santa Bárbara.